Tenía el día libre.
Esa mañana era diferente al resto. Se levantó con una levedad propia de alguien que tiene calma y está seguro de lo que está haciendo.
Se había acostado después de bañarse, metiéndose en la cama feliz por el perfume de sus sábanas; con esa frescura apagó la luz principal para prender la de la veladora y retomar el libro que dejó la noche anterior.
Al levantarse, no estando despierto del todo pero conectado con algo que lo hacía movilizar, se sentó a desayunar mirando hacia la pared color lacre, permaneciendo allí por una hora.
En un momento su transitar se detuvo y estando en el centro de la habitación con las cosas en la mano, miró a su alrededor y no escuchó ningún sonido.
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